viernes, 14 de mayo de 2010

Los extraterrestres no caben

En un lugar muy lejano, incluso más lejano que en los cuentos de hadas, que ya es decir, había un planeta el doble de grande que la Tierra llamado Dulcano. Este planeta tenía unas condiciones muy parecidas a la Tierra, de hecho, había vida. En este planeta había unos seres vivos muy parecidos a los humanos llamados dulcanianos.

Los dulcanianos estaban divididos en una democracia: la mayor autoridad era el jefe supremo o Hulamid que gobernaba todo Dulcano. Luego estaban los “presidentes” llamados rahemesz que lideraban las cuatro partes del del planeta divididas por el meridiano central y el paralelo central. Por último estaban los ciudadanos (nilps).

Pero en este planeta había un problema, que no había sitio para todos. Había veinte mil millones de habitantes, por ello tenían que tomar medidas.

-¡Mihnio!, tienes que buscar un planeta que se parezca al nuestro -le dice uno de los rahemesz al buscador de galaxias y planetas.
-Vale señor -dice este.

A la semana siguiente sale Mihnio corriendo del observatorio y cuando llega a su destino dice casi sin aliento: - señor ya he encontrado un planeta muy parecido al nuestro.
-¡Genial, buen trabajo! -exclama el presidente.
-Pero hay un problema, ya está habitado -dice Mihnio.
-¿Y su densidad de población es muy alta o podemos vivir allí?
-Varía mucho pero hay lugares donde si podríamos vivir porque hay poca población.
-Perfecto -dice el presidente. Viaja a ese lugar y analiza su idioma, porque después nos lo enseñarás a nosotros, a Hulamid y a los interesados que se quieran mudar.

Entonces el buscador salió corriendo en dirección a su nave.

A los tres meses vuelve Mihnio con el español ya analizado y aprendido puesto que había aterrizado en España y dispuesto a enseñárselo a los demás.
Al día siguiente empezó su trabajo de enseñar el idioma básico a los presidentes, a Hulamid y a los cinco mil millones de personas dispuestas a mudarse a otro planeta. Este trabajo no fue muy difícil aunque el idioma del nuevo planeta era muy diferente al suyo ya que poseían de una gran capacidad de aprendizaje además de mucho interés.
Cuando todos habían aprendido el idioma, cosa que duró dos meses, emprendieron el viaje al nuevo planeta repartidos en miles de naves espaciales muy grandes.

Al día siguiente: -¡vamos levantaos dormilones que ya estamos a punto de pisar tierra ajena! -dijo el piloto de las mil naves, ya que con solo mover la palanca de mandos de una movía a las otras.
-Sí que es verdad que se parece mucho al nuestro -dijo Hulamid con cara de sueño.
-¡Vamos todos abajo que hay que decirle a estos seres que si nos dejan vivir con ellos! -enunció el piloto. Entonces bajaron todos de las naves observando el paisaje de España. Habían aterrizado en las afueras de un pueblo de Ciudad Real.

-Y ahora qué -dice Hulamid.
tenemos que encontrar al presidente de este estado -comenta el piloto.
-¿Cómo lo haremos? -pregunta el jefe supremo.
-Se lo podemos preguntar a alguien -propone uno de los nilps.
-Yo lo haré -dice Hulamid interesado.

Y se ponen en camino hacia el pueblo. Cuando llegan los cinco millones de extraterrestres al pueblo se escucha: ¡AAAAAAAAAA!, ¡ALIENÍGENAS!. Y todas la personas del pueblo se alteran, corren para sus casas asustadas y llaman a la policía. Al cabo de 5 minutos aparecen varios coches de patrulla observando la multitud de alienígenas, alterados y a la vez asustados empiezan a llamar a más policías, a los bomberos, a la ambulancia. Los pobres extraterrestres no se habían movido pero todo, por si atacaban.
Pronto estaban todos los policías, bomberos, y ambulancias esperando que estos atacaran o se movieran, pero permanecieron totalmente inmóviles ante tanto jolgorio.

-Llamaremos al jefe dice uno de los policías.
Cuando vino el jefe dijo -llamaremos a mi superior. Y así de jefe en jefe llegaron a al ministra de defensa y por último al Presidente José Luís.
-¿Qué hacemos? -le dijo la ministra al presidente.
-Intentaremos hablar con ellos, aunque dudo que sepan nuestro idioma.
-¿Hay aquí algún jefe? -pregunta Zapatero.
-¡Yo! -dice Hulamid.
-¿Cómo es que habláis nuestro idioma?
-Lo hemos estudiado.
-¿Qué queréis? -dice José Luis.
-En nuestro planeta no cabemos somos demasiados, en concreto veinte mil millones, teniendo en cuenta que es dos veces mayor que este planeta. Queremos vivir con vosotros porque no hay otro planeta con las condiciones adecuadas para que podamos habitarlo.
-Nos lo pensaremos, mientras permaneced en vuestras naves -comentó el presidente extrañado con la llegada de estos seres.
-¿Usted dejará que estos seres se queden aquí? -pregunta un policía llamado Alfonso al presidente.
-Me lo tengo que pensar pero probablemente sí, porque así, nosotros podemos investigar sobre el espacio con la ayuda de su avanzada tecnología y otros seres vivos de otro planeta como ellos.
Vuelve Alfonso enfadado con sus compañeros y le pregunta a uno de estos:
-?Te gustaría que se quedaran con nosotros estos seres?, porque a Zapatero sí -dice el policía.
-La verdad es que no -responde Isaac.
-¿Y a ti? -le pregunta a Simón.
-A mí tampoco.
-Podemos hacerles creer a los extraterrestres que aquí la gente no los quiere, y así se irán -aporta Isaac.
-No creo que eso funcione porque en su planeta la cosa está muy mala y no hay más planetas en los que haya vida que ellos ni nosotros sepamos. Se terminarán quedando y la gente los aceptará -comenta Simón
-Sí también es verdad dice el otro.
-Bueno pues podemos matarlos y hacer que parezca un accidente -dice Alfonso.
-¿Y si nos pillan? -pregunta Isaac, el más prudente de los tres.
alienígenas
-Tienes razón. Pero ahora tenemos que idear un plan porque cuanto antes los eliminemos mejor.
-Que cada uno piense un plan esta noche y mañana por la mañana nos contamos nuestros ideas y elegimos cuál de ellas es mejor.
Al día siguiente, por la mañana se reencuentran en el trabajo y dice Simón:
-Bueno ¿qué habéis pensado?
-Yo he pensado que podemos desviar la corriente eléctrica a una nave y sobrecargarla para que explote y como todas están muy juntas si una explota todas las demás también -comenta Isaac.
-¿Cómo vamos a desviar la corriente?, ninguno somos electricistas, además acabarían descubriendo que no fue un accidente porque el lugar donde pongamos los cables estará negro de la quemadura -dice Alfonso.
-Yo he pensado prenderle fuego a las naves -aporta Simón.
-Hay miles y miles de naves, además son de metal y eso llevaría mucho tiempo.
-Yo he pensado que si las naves tienen combustible para desplazarse seguro que también tiene algún tipo de gas inflamable. Podríamos provocar un fuga de gas y conseguir que salte una chispa de algún modo. Entonces una explotaría y con ella todas las demás.
-Ese es un plan muy bueno -saltan los dos amigos a la vez.
-Ahora tenemos que encontrar el tanque de gas y la manera de hacer que salte una chispa.
-Esta tarde nos reunimos en la plaza a las tres cuando todo el mundo esté comiendo y vamos a buscar el depósito de gas.

Después de salir de trabajar se fueron a sus respectivas casas, comieron y cuando dieron las tres ya estaban los tres reunidos allí.
-¡Vamos! -dice Alfonso.
Entonces se pusieron en marcha los tres amigos en dirección a las naves. Una vez que llegaron se pusieron a buscar el depósito de gas en la más céntrica de las naves. Buscaban cerca de los reactores que era donde probablemente estuviera el combustible.
-¡Ya lo he encontrado! Está en la parte alta del reactor -exclama Isaac.
-¡Sí ya lo veo! -Dice Alfonso.
-¡Yo también! -Grita Simón, porque estaba en la otra punta de la nave.
-Esta noche venimos, pegamos un mechero de a la parte externa del reactor, le pegamos un cuerda en la rueda que provoca la chispa, le hacemos el agujero, no alejamos, tiramos de la cuerda y BOOOOOOOOM.
-Bueno pues nos reunimos aquí esta noche a las cuatro de la mañana -dice Isaac.
-Pues yo traigo las cosas necesarias -comenta Simón.
Volvieron todos a sus respectivas casas y a las cuatro de la mañana, volvían a estar los tres amigos reunidos en campo de naves.
-¡Manos a la obra! -dice Alfonso contento.
Primero pegaron la cuerda al mechero, en segundo lugar pegaron el mechero al depósito y por último comenzaron a perforar el depósito con un trompo. Pero no pensaron que al taladrar harían mucho ruido y podrían despertar a uno de los alienígenas. La ventana que estaba encima de ellos se abrió.
-¿¡Qué hacéis?!, ¡eso es el tanque de gas! ¡y un mechero! ¡vais a hacer explotar la nave! -dijo alarmado uno de los nilps asomado a la ventana.
Y sin que a ninguno de los tres le diera tiempo a reaccionar, nervioso, saltó desde la ventana, cayó y se puso a deshacer todo lo que habían montado muy rápido y angustiado.
Los tres amigos salieron corriendo antes de que el otro se diera cuenta.

Al día siguiente, por la mañana se plantó el presidente en el pueblo. Con la ayuda de un megáfono dijo: -soy el presidente, que salga el jefe porque quiero hablar con él. Hulamid salió de la nave y se acercó al presidente. También fueron saliendo los vecinos de sus casas para contemplar la situación.
-Os dejaremos estar aquí con varias condiciones:
-La primera: tendréis que integraros completamente en la sociedad, es decir, tenéis que buscar trabajo, pagar las viviendas que os daremos y no vivir al margen.
-La segunda: queremos que nos ayudéis en nuestros estudios del espacio ya que, en ese aspecto vuestra tecnología es mucho más avanzada que la nuestra.
-Y la tercera: tendréis que ser pacíficos, he intentar no meteros en líos.
-Vale -dice Hulamid-. Cumpliremos todos los requisitos, de todas formas nosotros no tenemos armas, odiamos la violencia, somos muy pacíficos.
-En ese caso os dejamos que viváis en nuestro planeta.
-Muchas gracias señor presidente. Me gustaría decirle que uno de los nuestros vio a tres de los suyos intentando hacer explotar nuestras naves esta pasada noche.
-¿Y podrían reconocer quién intentó hacerlo? -preguntó José Luis.
-Él dice que sí podría -dice Hulamid.
-¿Podrías decirle que venga?
-¡Que venga el testigo! -dice en voz alta Hulamid.
Aparece de entre la nada el testigo.
-¿Nos podrías decir quiénes de estos son los que intentaron hacer explotar las naves?
Se quedó un rato observando a las personas miró para arriba y vio a tres personas en un balcón semi-escondidas.
-¡Esos son! -y señaló hacia arriba. Todos miraron en la misma dirección. Vosotros, ¡venid! Bajaron, y dijo el presidente:
-¿Por qué queríais matarlos?
-No queremos que vivan con nosotros, nosotros pensábamos que eran peligrosos y nos podrían hacer daño -dijo Alfonso.
-Pues podíais haberlo hablado conmigo ¿no?
-No porque de todas formas se acabarían quedando -dice Simón.
-Pues yo lo siento mucho pero tendréis que presentaros ante un tribunal.
-Bueno nos atendremos a las consecuencias -dijo Isaac.

Dos meses más tarde ya les habían asignado una vivienda a cada familia nilp, la mayoría había conseguido un trabajo y ya casi todo el mundo lo había aceptado integrándose casi por completo en la sociedad.
También tenían pensado hacer un viaje al espacio para que los nilps les enseñaran las cosas que los humanos todavía no habían descubierto. Y no hacía falta ser astronautas para viajar al espacio ya que sus naves estaban muy bien equipadas.

De este modo convivieron seres vivos de diferentes planetas sin ningún problema.

Esta historia tiene un moraleja: no siempre hay que tener miedo a lo desconocido, y más si no ha hecho ningún daño a nadie.



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